jueves, 17 de febrero de 2011

gozando al gran poeta Alfonso Reyes

LAS QUEJAS DEL PÚBLICO
     Frente a la pantalla


                                                                                                                            Fósforo
Los lectores suelen atendernos. Las empresas cinematográficas todavía no.
Hemos recibido cartas. A sus puntos nos referimos.
     Verdaderamente, son insoportables esos maniáticos que, en todos los salones públicos, entornan los ojos resoplan para hacer entender a las señoras que están poseídos del delirio amoroso, y subrayan con un ósculo al aire todas las escenas de amor.
     ¿Y qué decir de los que comentan, en voz  alta, con toda clase de chistes, los episodios de la cinta?
     ¿Y--- oh, dioses-- de los que leen en voz alta, con toda de chistes, los episodios de la cinta?
     Pues ¿y esos espectadores vergonzantes, que no hallan medio de dar a entender a todos que, aunque ellos han ido al cine, están muy por encima del cine y lo toman con gran desdén?
     Acaben de irse de una vez. Y piensen que el perfecto espectador del cine pide silencio, aislamiento y oscuridad: está trabajando, está colaborando al acto, como el coro de la tragedia griega.
[Alfonso Reyes], Semanario de España, Madrid, 23 de diciembre de 1915.

Extraido del libro Luz y sombra Los inicios del cine en la prensa de la ciudad de México de Felipe Garrido. pág. 109

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